En Chile, casi un 75% de la población presenta algún grado de sobrepeso u obesidad, por lo que el hígado graso es una enfermedad más frecuente de lo que se piensa. En esta nota, el doctor Cristián Cerda, gastroenterólogo de Clínica Bupa Santiago, contó por qué se produce y qué se puede hacer al respecto.
Se trata de una enfermedad bastante silenciosa, que se puede presentar a cualquier edad y que está comúnmente relacionada a pacientes con sobrepeso, diabetes y altos niveles de colesterol. Y es que el hígado graso es una patología mucho más frecuente de lo que creemos.
«Un dato en base a ecotomografias de abdomen arrojó que alrededor de un 20% de la población en Chile tiene este diagnóstico, pero probablemente la cifra real se acerque a un 30%. En el caso del grupo con obesidad y diabetes, este porcentaje es de entre un 70 a un 90% de los afectados, especialmente si hay diabetes junto con obesidad. Hoy en día, podemos decir que el hígado graso se está posicionando en nuestro país como una de las causas más importantes de cirrosis y necesidad de trasplante hepático», explica el doctor Cristián Cerda, gastroenterólogo de Clínica Bupa Santiago.
Pero, ¿de qué se trata, específicamente? Básicamente, el hígado graso se refiere a un grupo de alteraciones relacionadas con el depósito de grasa en las células del hígado. «Existen diversos factores que lo pueden producir, como el consumo desproporcionado de azúcares no refinados, otros carbohidratos como derivados de harina, el consumo de grasas saturadas y el consumo elevado de alcohol. A esto se debe agregar el sedentarismo y la insulinoresistencia como factores de riesgo. Además, hay otras condiciones médicas o patologías asociadas al hígado graso, como el síndrome de ovario poliquístico o la apnea del sueño», agrega el especialista.
En la gran mayoría de los pacientes este cuadro es asintomático y solo se diagnostica como hallazgo en una ecotomografía abdominal o por alteración en exámenes de sangre (perfil hepático) que se efectúan generalmente por otra razón clínica. «Lamentablemente, cuando aparecen síntomas relacionados con hígado graso, estos pueden deberse al desarrollo de complicaciones de la enfermedad. Entre un 10 a un 20% de ellos desarrollan una forma «inflamatoria» más agresiva, llamada Esteatohepatitis, la cual de un modo silencioso, en el transcurso de algunos años, puede ocasionar cirrosis hepática (hasta un 5% de estos pacientes)», explica el doctor Cerda.
Dieta y ejercicio
De acuerdo a los estudios que se han realizado respecto de esta enfermedad, solo el manejo en base a dieta y ejercicio ha demostrado ser eficaz en mejorar el hígado graso. «Hasta la fecha no existe tratamiento con fármacos que logren mejorar esta condición. Otro error común en los pacientes es pensar que el tratamiento dietético consiste solamente en reducir el consumo de carnes. El consumo excesivo de carbohidratos refinados y grasas saturadas (carnes rojas, cecinas y embutidos, alimentos fritos, etc) son los alimentos que deben evitarse, mientras que las carnes bajas en grasas (que aportan proteínas) y grasas no saturadas están permitidas», agrega.
Por esto, el control regular con un profesional nutricionista es altamente recomendado por los especialistas. De hecho, se estableció que el objetivo debe ser una reducción de al menos un 10% del peso corporal para conseguir cambios favorables, aún si los pacientes ya estaban presentando etapas iniciales de daño hepático al momento del diagnóstico. El ejercicio también presenta beneficios, ya que el músculo presenta una función importante en mejorar la insulinoresistencia y disminuir el contenido de grasa en el hígado.